Blogueros con el Papa

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viernes, 19 de junio de 2015

Vivamos la Pascua con María. Abril 2015


Para recibir la infusión del Espíritu Santo y recibir al paráclito, consolador que Jesús prometió a sus discípulos antes de volver a la morada eterna del Padre, el mejor camino es compartir con María el camino de alegría que fortalece nuestra esperanza. Tan sólo tratemos de reflexionar qué lecciones aprendió María acerca de la Pascua de Resurrección. Siendo Ella la primera discípula, podemos aprender mucho de esta madre amorosa y educadora:

à La Resurrección es la declaración de inocencia de Dios Padre sobre Jesús. “Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso  Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre, para que ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y que toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”. (Fil 2, 8-11).  Más que una reivindicación, San Pablo nos habla de una glorificación absoluta.

à La cruz se convirtió en un cetro real. Con la Resurrección, sabemos que el Amor de Dios gobierna al mundo y que el mal no tiene la última palabra. Por eso debemos alegrarnos por la salvación que nos ha traído Jesús, que venció a la muerte.

à María contempló cómo el rostro del siervo sufriente se embellecía con la hermosura del amor glorificado. Ella nos anticipa  cómo contemplaremos el rostro de Jesús.

à Ella contempló con anticipación al mismo  Cristo que fue despojado de sus vestiduras, revestido de majestad y esplendor. (Sal 104, 1).

à María, cuya alma fue traspasada por una espada, como lo profetizó Simeón, contempló la realización de su Hijo como la piedra angular que habían desechado los constructores. Pongamos nuestra confianza en Él, siguiendo su ejemplo.








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