Blogueros con el Papa

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viernes, 19 de junio de 2015

María Auxiliadora, Una Madre Pastora. Enero 2015


“La presencia de la ‘madre’, se hace tangible: conduce a Juan de la mano para que observe el cambio de los animales en ovejas y, al final, cuando el chico se angustia porque nada ha comprendido de todo lo que ha visto y oído, Ella le pone la mano sobre la cabeza, como para hacerle ‘sensible’ la verdad de su amor educativo”.      
                        
  -Análisis Estructural en las Memorias del Oratorio San Francisco de Sales


 Don Bosco experimentó la presencia tangible de María Auxiliadora a lo largo de su vida.  Tuvo un sueño en 1844, cuando tenía que anunciar a sus muchachos que el Oratorio pasaría a Valdocco. Se fue a dormir lleno de preocupaciones y este sueño parecía una continuidad del que había tenido a los 9 años en I Becchi.  Relata Don Bosco en sus memorias: “Soñé que estaba en medio de una multitud de lobos, zorros cabras, corderos, ovejas, perros y pájaros. Hacían un ruido, un alboroto, o mejor, un estruendo capaz de espantar hasta al más valiente. Iba a huir, cuando una señora muy bien vestida, como pastora, me indicó que la siguiera, acompañando aquel extraño rebaño que ella iba conduciendo. 

Anduvimos por varios lugares e hicimos tres estaciones o paradas. En cada sitio, muchos de aquellos animales, cuyo número cada vez aumentaba más, se convertían en corderos...sin hacerse daño, triscaban y comían juntos”.

La imagen de esta madre pastora fue formativa para Don Bosco. Inició  un método educativo que se basa en el “pastoreo” preventivo y revitalizador del amor educativo, capaz de producir una transformación profunda en los destinatarios, a través de la caridad y mansedumbre.  Las fieras de este sueño expresan deformaciones morales que pueden llegar a transformarse en corderos y en jóvenes alegres, festivos y radiantes de una humanidad en gracia.

La madre lo conduce de la mano para que observe la transformación final, aunque él permanece en angustia porque no comprende y Ella le hace ver que debe esperar con paciencia. Evidentemente, su comprensión se refleja en el principio pedagógico que sintetizó en 1884: “No basta que los jóvenes sean amados. Es necesario que lo perciban” Lo que Don Bosco expresó, contiene su propia radicalidad evangélica, siguiendo las palabras de Jesús a Pedro: “Apacienta a mis ovejas” (Jn 21, 17).



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