Blogueros con el Papa

Blogueros con el Papa

viernes, 19 de junio de 2015

Cómo Debe ser Nuestra Devoción a María. Febrero 2015



¡María es la Dispensadora de las Gracias de Dios! (Oficio de los Griegos) Ella fue llamada por la augustísima Trinidad para intervenir en todos los misterios de la misericordia y del amor, y fue constituida Dispensadora de todas las gracias.      
   (San Pío X).





 Nuestra devoción debe ser verdadera, libre de falsedad y de todos aquellos vicios sobre los que nos advierte San Louis Marie Grignion de Monfort en su clásico ‘Tratado de la Verdadera Devoción a María’. En esa misma obra, nos ofrece las características de la verdadera devoción:

1. Interior. Brota de la mente y del corazón. Fluye de la estima, de la idea que tenemos de su grandeza y del amor que le tenemos.

2. Tierna. Llena de confianza en Ella, como un niño que ama a una madre amorosa. Este recurso hace que el alma le encomiende sus necesidades corporales y mentales, de una manera sencilla, implorando su ayuda en toda ocasión.

3. Santa. Conduce al alma a evitar el pecado y a imitar las virtudes de la Virgen, particularmente: su humildad profunda, su fe viva, su ciega obediencia,  su oración continua, su pureza, ardiente caridad, paciencia, su angelical dulzura y divina sabiduría.

4. Constante. Confirma al alma en la bondad y no permite que abandone fácilmente sus ejercicios espirituales. El alma se acostumbra a vivir por la fe y no dejarse llevar sólo por el errático sentimiento natural.

5. Desinteresada. Inspira al alma a buscar a Dios en su Madre, en vez de buscarse así misma. Amemos a María más allá de los favores que podemos obtener mediante su intercesión. Ella merece nuestro amor tanto por su testimonio en el Calvario, como en la boda de Caná.

   Debe haber coherencia en nuestra vida interior y la exterior. Es importante que seamos sus devotos en un grupo como ADMA y recemos el Santo Rosario, pero debemos avanzar de virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz a luz hasta que logremos transformarnos en almas que reflejen la esencia del mismo Cristo Jesús, tanto en su plenitud aquí en la Tierra, como en su gloria en el Cielo. Sólo así alcanzaremos la perfección.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario